La Organización Mundial de la Salud define la adolescencia como el periodo comprendido entre los 10 y los 19 años, durante el cual el individuo adquiere la capacidad reproductiva, transita por los patrones psicológicos de la niñez a la adultez y consolida la independencia socioeconómica. Este desarrollo estara influenciado por la cultura, las características de la familia, las condiciones socioeconómicas y el nivel educativo, los cuales pueden ser factores protectores o de riesgo frente a la incidencia del embarazo y maternidad en este grupo que es considerado heterogéneo y a la vez vulnerable (Quesada M, Romero M, Prieto M, Rodríguez C, 2010)
El embarazo en adolescentes es un problema de salud global, que aunque en diversas regiones del mundo ha disminuido el descenso en los últimos años ha sido más lento; este problema repercute en la salud materna, aumentando el riesgo de complicaciones infecciosas entre otras, y la morbi-mortalidad en los neonatos, ya sea por los factores de riesgo socioeconómicos relacionados con la edad de la madre, como en los factores maternos que repercutirán en la sobrevida del infante (Fonseca y col, 2017; Njim y col, 2018; Kumar y col, 2018; Falter y col, 2018; Hviid y col, 2017; Khatun y col, 2017; Hoffman y col, 2015; Kang y col, 2015; Ganchimeg y col, 2014; Selemani y col, 2014; Vaughan y col, 2014).
El 3er objetivo correspondiente a los objetivos de desarrollo sostenible comprende la salud, donde el acápite 3.2 hace referencia a disminuir la mortalidad neonatal a menos de 12 por cada 1000 nacidos vivos (Naciones Unidas, 2017), en nuestro país la mortalidad neonatal ha tenido un evolución lenta, donde se han reportado cifras diversas según la fuente de origen, según el ministerio de salud publica (Ministerio de Salud Publica, 2011) en su análisis correspondiente a la situación de Republica Dominicana con respecto al objetivo 4 de los objetivos del milenio la mortalidad neonatal para el 2007 se encontraba en 23 por cada 1000 nacidos vivos, mientras que para el 2013 la encuesta demográfica y de salud de Republica Dominicana (ENDESA) (Ministerio de Salud Publica, 2013) ubicaba la mortalidad neonatal en 21 por cada 1000 nacidos vivos, sin embargo UNICEF (2012) en su reporte todos los niños y niñas cuentan la tasa de mortalidad neonatal en Republica Dominicana se encontraba en 15 por cada 1000 nacidos vivos y actualmente en el análisis de mortalidad para edad y sexo especifico de 264 causas ubica para el 2016 la mortalidad neonatal global se encuentra en 25.3 por cada 1000 nacidos vivos y para Republica Dominicana en la medición de progreso y proyección mantenida de las tendencias en salud correspondientes a 188 causas con relación a los objetivos de desarrollo sostenible hacen mención que la mortalidad neonatal en nuestro país se encuentra en 26 por cada 1000 nacidos vivos (Murray C., 2017), por lo que se considera que el país debe aumentar entre 3 a 5 veces sus esfuerzos con la finalidad de disminuir la mortalidad neonatal (UNICEF, 2018).
Las complicaciones secundarias al periodo neonatal ocupa la posición 15 (prematuridad) como causa de años perdidos de vida en los países de mediano ingreso aumentando dicha posición mientras mayor detrimento existe en la situación económica del país, en nuestro país dichas complicaciones ocupan la 3era y 9na causa de años perdidos de vida (Murray C., 2017). Estas complicaciones dan origen a diversos grados de discapacidad, se ha observado que 1 de cada 7 personas mundialmente cursa con algún grado de discapacidad y que la población pediátrica con discapacidad posee un riesgo aumento a eventos adversos en comparación con una población pediátrica sin discapacidad (Organización Mundial de la Salud, 2015).
Se considera que todo embarazo en una madre adolescente es de alto riesgo, debido a la elevación en la frecuencia de las complicaciones del embarazo en esta población, repercutiendo de manera negativa en el desenlace de este, lo que incrementaría la morbi-mortalidad en este periodo (Njim, 2018).
El embarazo a cualquier edad constituye un hecho biopsicosocial muy importante, pero en la adolescencia conlleva a una serie de alteraciones que atentan tanto contra la salud de la madre como la del hijo, por lo que constituye un problema de salud que no debe ser considerado solo en términos del presente, sino del futuro, por las complicaciones que puede acarrear (Goyo, 2010).
La mortalidad en el periodo neonatal se ve influenciada por múltiples factores que de índole social que pudieron haber sido factores influyentes en el inicio del embarazo, pero que posteriormente afectaran deletéreamente el desenlace del mismo; hay factores que pueden ser prevenibles en los cuales la educación materna influye de manera significativa generando una relación inversa entre la educación y la mortalidad en este periodo, otros factores están asociados a la dinámica social a la cual esta expuesta la madre junto al infante, y que en parte de los casos son derivados de la pobreza a las cuales son expuestos este binomio (Dagvadorj y col, 2018; Kumar y col, 2018; Njim y col, 2018; Bhutta y col, 2017; Fonseca y col, 2017; Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo, 2017; Berry y col, 2016; Johnson y col, 2016; Fraser y col, 2014; Ruzek y col, 2014; Selemani, 2014).
El embarazo en la adolescencia es inevitable verlo con un matiz catastrófico, sobre todo en nuestros países en vías de desarrollo, donde el medio proporciona factores como bajo nivel cultural, hacinamiento, falta de programas gubernamentales de apoyo específico a la madre adolescente, etc., que actuaran potenciando los efectos adversos que el embarazo traerá a la adolescente. Con frecuencia, los embarazos en adolescentes tienen más episodios de: eclampsia, ruptura prematura de membranas, bajo peso al nacer, prematuridad, restricción del crecimiento intrauterino (Islas, 2010), síndrome de dificultad respiratoria (Shan, 2011), complicaciones posparto, bajo APGAR y malformaciones congénitas (Derme, 2003); así como anemia (Khairani, 2010) y, en caso extremo, mortalidad materna, perinatal y neonatal (Lacobelli, 2014; Salihu, 2006).
De las repercusiones en el recién nacido, todos los reportes internacionales (Mendoza 2012; Escobedo 2005) coinciden en que los problemas comienzan en el útero: desnutrición, restricción del crecimiento intrauterino y bajo peso al nacer, que, junto a la prematuridad, serán las condiciones determinantes en la mayor morbilidad y mortalidad de éstos en relación a la población general.
Las adolescentes pueden estar en mayor
riesgo de parto prematuro y de bajo peso al nacer. (Malagon, 2016) Éstas se han
centrado en torno a las posibles infecciones y los factores de estrés
psicosociales graves, como la coexistencia de aislamiento social, la falta de
vivienda y la violencia, que son todos más comunes en las madres adolescentes.
La infección intrauterina está presente en aproximadamente el 25% de todos los
nacimientos prematuros y a menor edad gestacional al momento del parto; mayor
es la frecuencia de la infección intraamniótica (Quinlivan, 2004). Muchos
estudios apuntan a el bajo peso al nacer (incluidos los bebés nacidos
prematuros y los de bajo peso para la edad gestacional), como el marcador
proximal predominante de la mortalidad infantil (Markovitz, 2005).

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